Acompañado por la Navidad de 2019, traje a cuento en este espacio lo que algunos creadores de contenido reconocen como la filosofía de Rick and Morty para acentuar una perspectiva satírica, crítica y conflictuada que, aunque no encontraba respuestas al sinsentido de la existencia en el siglo XXI, contraproponía la mágica pausa al dolor y la incertidumbre que significan nuestras relaciones interpersonales, nuestras familias −comoquiera que queramos reconocer su composición y dinámica general− en nuestro hecho de ser-en-el-mundo.
Ahora, a unos quince capítulos de la serie animada de distancia, vuelvo a este exitoso show de TV –como prometí entonces que lo haría− con los ojos renovados que su más reciente final de temporada exige. En específico, para re-entender la estructura decadente y viciosa que subyace a la dinámica de sus personajes principales y, por supuesto, para tratar de entender lo que este último episodio representa para el futuro de la serie y como una nueva precisión dentro de su esquema conceptual.