¡Cowabunga!

Dentro del mundo del entretenimiento y la cultura pop abundan productos, ideas y conceptos que se nutren de algún trasfondo denso que se reelaboran en términos más ligeros para presentarse como metáforas, mitologías o símbolos.

En otros casos, como el de las Tortugas Ninja Adolescentes Mutantes, lo que sucede es, simplemente, la conjugación de un grupo de notas culturales de apogeo que, reunidas, crean una idea atractiva que se afianza en el gusto de las audiencias por su mero encanto o ingenio.

El cuarteto de tortugas artistas marciales creado por Kevin Eastman y Peter Laird, por ejemplo, surgió como un sketch o esbozo ideado por el par de ilustradores estadounidenses como parte de una parodia de los grandes cómics del momento (1983) —el Daredevil de Frank Miller, los X-Men, los Teen Titans y el trabajo de Jack Kirby— que combinaba algunos elementos de sus fuentes de inspiración con la simple y genial idea de una tortuga —animal conocido por su lentitud y falta de agilidad— ninja — artistas marciales practicantes del ninjutsu conocidos por su carácter extremadamente sigiloso, estratégico y mercenario.

Las Tortugas Ninja pronto se incorporaron a la tendencia comercial de la época que se expresaba en la venta masificada de juguetes y figuras de acción —una época que dio vida a las posteriores culturas de coleccionismo y la nostalgia— y, en consecuencia, obtuvieron una adaptación animada que servía como estrategia para promocionar los juguetes que en aquel momento se empezarían a producir.

Sorprendentemente, la serie animada—que se pensó como un mero espacio comercial para fomentar el consumo de las figuras de acción— extendería su éxito hasta los años noventa y se convertiría en una fuente de elementos canónicos para la identidad de estos personajes.

Es en esa adaptación donde se incluye el gusto de Rafael, Leonardo, Miguel Ángel y Donatello por la pizza y las patinetas. Es en esa adaptación donde se les atribuye, por primera vez, la expresión “¡cowabunga!”. Es, en esa adaptación, donde se sienta el precedente más arraigado de estos personajes en la cultura popular.

La expresión recurrente que sirve de latiguillo y desahogo juvenil para las Tortugas Ninja —¡cowabunga!— es una readaptación de la expresión de un personaje del entretenimiento guiñol de la televisión estadounidense de los años cincuenta —el Jefe Thunderthud de El Show de Howdy Doody— que expresaba enojo o sorpresa. Para las Adolescentes Mutantes, el término es reapropiado como una interjección sinónimo de su actitud alegre, aventurera y entusiasta. Una expresión de que algo es más que genial, más que cool. Un grito de desenfado, disfrute puro e irrestricto vigor juvenil.

Después de los 80s, las Tortugas Ninja tendrían una primera exitosa adaptación al cine independiente —con la ayuda del genio de botargas y animatrónicos Jim Henson— y, posteriormente, un catálogo de turbulentas adaptaciones, reconceptuaciones y reversiones —animadas, en live-action y CGI— de la mano de su actual empresa propietaria (Paramount-Viacom-Nickelodeon).

Con ello, la identidad de las Tortugas Ninja a lo largo de cuarenta años de existencia se fincaría como un esbozo siempre dispuesto a adoptar una nueva forma y como una idea general siempre capaz de ser repensada, reinventada y modificada. A veces con otras historias de origen, a veces con o sin amigos humanos, a veces con o sin integrantes más. Sin cánones rígidos ni absolutos.

En ese contexto, llega la aventurada nueva interpretación de las Tortugas Ninja Adolescentes Mutantes a cargo del comediante Seth Rogen (Superbad) y el director Jeff Rowe: Tortugas Ninja: Caos mutante o Teenage Mutant Ninja Turtles: Mutant Mayhem.

La película parte de la consideración del equipo de reptiles karatecas desde dos ángulos principales: en lo técnico, desde la animación 3D/2D —al estilo Spider-Man: Into the Spider-Verse y Gato con Botas: el último deseo— y, en lo narrativo, desde el desarrollo de estos personajes en su carácter adolescente —puntualmente, desde un carácter de adolescentes de los 2020s.

De esta manera, la película de animación, comedia y acción da una nueva vida a los personajes de Eastman y Laird desde el modo en que decide presentarlos. La animación 3D/2D que genera una capa de animación en dos dimensiones sobre la que se integran elementos de animación por computadora resulta en una animación texturizada que, a través de los estilos de animación 2D que elige añadir, da una caracterización narrativa al 3D.

En el caso de Caos mutante esto se hace incorporando un estilo de animación sucio, borroso, tembloroso, tachoneado y nervioso que emula el estilo de dibujo típico de un joven que se dispone a inventar un personaje o una caricatura en un pedazo de papel cualquiera. Emula, desde la presentación de los personajes, el carácter adolescente, indefinido y sobre la marcha de esta versión de los hijos del Maestro Splinter.

Allí, Mutant Mayhem logra dar un valor narrativo a la animación y, por si fuera poco, logra añadirle el dinamismo disciplinado, preciso y exacto de las artes marciales pues, en su contraparte de acción, genera secuencias emocionantes que se equiparan a las coreografías de combate comunes de las películas de ninjas y artes marciales. Genera un balance en la incontenible energía disparatada de adolescentes que, a la vez, se están convirtiendo en disciplinados héroes de acción.

En lo narrativo, el mayor defecto de Caos mutante es la falta de alguna profundidad real o de una historia de héroes-mutantes novedosa. Su estructura cae en las formas conocidas del género y en tramas que se han visto en más de una ocasión en el cine de este tipo.

Su argumento sigue a Leonardo, Miguel Ángel, Donatello y Rafael en la primera aventura que los dará a conocer al mundo exterior de su hogar en las alcantarillas. Sigue a las cuatro Tortugas Ninja en su primera misión como héroes y en su intención por ser aceptados por los humanos más allá de su condición de mutantes. En el camino, los reptiles se toparán con otros mutantes como ellos que, contrario a lo que buscan los hijos de Splinter, pretenden acabar con la humanidad.

De este modo, en la película se esbozan acaso un par de mensajes dirigidos a los jóvenes: el valor de la familia como núcleo que siempre apoyará y amará las cosas excepcionales y “raras” que hacen únicos a los muchachos —en este caso, a las Tortugas Ninja Mutantes— y la muestra de que no se deben emprender acciones por aceptación o aprobación de los demás sino por motivaciones genuinas e íntimas —en este caso, que no hay que ser héroes para encajar sino porque es lo que nace de la convicción de un cuarteto de hermanos Tortugas Adolescentes.

Pero, así como en la estructura narrativa de Mutant Mayhem se muestran estas carencias o insuficiencias, en el contenido dialógico de la cinta nos encontramos con un ingenioso uso del lenguaje que, por un lado, recoge la naturalidad, los intereses y los modismos de los adolescentes actuales y que, por otro lado, da consistencia a una identidad dinámica, despreocupada y en desarrollo que redondea un concepto que rejuvenece a los personajes creados en los años ochenta.

Por su parte, la versión doblada al español en México, aborda esta característica fundamental de la cinta desde el ángulo cómico de la llamada “tropicalización” —es decir, desde el uso de modismos y chistes locales— que es fiel a los intereses de la cinta de Rogen y Rowe y, al tiempo, recoge cierta tradición picaresca del doblaje mexicano de las Tortugas Ninja.

En suma, Tortugas Ninja: Caos mutante eleva una carencia de profundidad narrativa estructural con un golpe estético de animación y comicidad. Se despreocupa por los grandes mensajes pero se alinea con una representación viva de la adolescencia en los 2020s. Se aleja, por momentos, de cánones rígidos de los personajes de Eastman y Laird pero se encarga de ponerlos en una perspectiva simultáneamente nostálgica y juvenil.

En suma, Tortugas Ninja: Caos mutante es un recordatorio de que no todas las visitas al cine ni todos los espacios de entretenimiento tienen que ser hondos para ser disfrutables. Un recordatorio de que, a veces, uno simplemente la pasa bien disfrutando de una idea inagotablemente divertida.

En suma, Tortugas Ninja: Caos mutante es un rejuvenecido ¡cowabunga!

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