


Un nuevo día, una nueva justicia.
Uno de mis más queridos amigos me dijo en alguna ocasión que, en su opinión, las prisiones no deberían existir. Por mi cabeza pasan toda cantidad de ideas y preguntas pero debo reconocer que aquella cuestión me tomó por sorpresa, nunca me la había planteado. La prisión, me parecía, es un ente regulador que permite que se haga justicia frente a los crímenes cometidos por los seres humanos. Existe desde épocas anteriores a la de los griegos y es, sin lugar a dudas, un mecanismo efectivo para mejorar a nuestra sociedad castigando a los responsables y, al mismo tiempo, procurando su reinserción en la comunidad tras el cumplimiento de su condena.

Taco fundacional.
Hace algunos días, en la ritual comida familiar dominical, decidimos ver Las Crónicas del Taco de Netflix y descubrí que es una serie que no se puede ver sin interrumpirla. Es inevitable que alguno de los atinados comentarios o emblemáticos escenarios en que se desenvuelve el documental detonen algún recuerdo, algún antojo o alguna curiosidad.

Revés oscuro.
Más de una vez me he topado con personas que advierten: “yo cuando me enojo soy cosa seria”. Expresiones similares sirven para evidenciar el miedo que quien las profiere pretende evadir enfatizando una perogrullada. Sí, todos compartimos una naturaleza animal e instintiva, de la cual, el enojo, la ira, es una expresión aterradora; porque busca serlo, porque es su función en términos de supervivencia y porque es el testimonio más claro de la poca distancia que podemos tomar de nuestras más primitivas necesidades.

Bola de cristal.
Quizá la Historia de la Filosofía no es otra cosa que la pregunta por qué es la verdad. Desde los filósofos presocráticos el amante de la sabiduría se ha empeñado en develar lo que hay detrás de la mera percepción para conocer qué es real y qué es apariencia. Para esto la principal herramienta de los pensadores ha sido el llamado pensamiento crítico. La palabra crítico, justamente, tiene su origen en el griego antiguo κριτικός (criticós), emparentada, a su vez, con el vocablo κρίσις (crísis) que refiere a la acción misma de separar algo. De este modo, mientras la crísis es el hecho de distinguir, lo criticós refiere a la ciencia o técnica de discernir, separar o diferenciar entre una cosa y otra.

Mind the gap.
En las estaciones de tren y de metro de Londres hay una leyenda escrita en el piso: “mind the gap”, que podríamos traducir como “considere la brecha”. Es una advertencia puesto que el espacio entre la plataforma y el tren es suficientemente grande como para que una persona caiga en él y quede atrapada entre el concreto y las llantas o ruedas metálicas del transporte. Eventualmente la frase se convirtió en un slogan para la ciudad y ahora puede encontrarse en todo tipo de mercancías: tazas, playeras, sudaderas y más.

Filosofía Forky.
Debo haber tenido cuatro años cuando se estrenó la primer película de Toy Story en 1995, realmente no recuerdo haberla ido a ver al cine pero, por alguna razón (la bestial máquina mercadológica quizá), recuerdo muy bien el comercial de televisión de la película que anunciaba con bombo y platillo “la primer película hecha por computadora”. Tiempo después, con la película en versión VHS ya en mis manos, recuerdo haber pasado un verano entero viendo la cinta diario más de una vez por día, a tal grado que memoricé los diálogos, los efectos especiales y algunas imágenes en específico.

No tenga pena.
Una de las líneas de esta columna que hasta ahora no había podido explorar es la relativa a los viajes. Parecen ser parte fundamental de la vida del millennial contemporáneo: quizá por esa actitud de “sólo se vive una vez” que le acompaña a donde sea o porque cada vez se vuelven más accesibles los créditos, hospedajes, vuelos, etcétera para salir de nuestras ciudades de origen; el caso es que muchos millennials prefieren ahorrar por mucho tiempo para emprender el viaje soñado que, por ejemplo, gastar en una casa o un automóvil.

La pesadilla de Aristóteles.
Hace algunos años, mientras hacíamos una de esas peculiares limpiezas hogareñas para deshacernos de libros o documentos ya inservibles, encontré la tesis de licenciatura de mi madre. Me sorprendió que la tesis abre con una frase de Josefine von Knorr que reza: “las iniciativas de la juventud valen tanto como la experiencia de los viejos”. Incrédulo, le pregunté a mi madre por esa frase pues me parecía disonante con una mujer que siempre me exigió madurar y ser más disciplinado y ordenando; sólo sonrió. Hoy que no la tengo lo entiendo: sus exigencias partían del reconocimiento de sí misma en mí, de ese fulgor de rebeldía e idealismo que me hacían querer comerme al mundo. Ella me entendía, sólo quería advertirme lo que me esperaba si seguía aquellos impulsos. Tuvo razón en parte pero, al final, no se experimenta en cabeza ajena.

El show más rápido del oeste.
El jueves pasado Silverio se presentó en la estación de metro Insurgentes de la Ciudad de México de manera gratuita y ante miles de fans que lo esperaban con ansias. El resultado: el show más rápido del oeste, como lo llamó el dj, pues no pudo tocar más de dos minutos cuando el personal de seguridad del espacio decidió cancelar la presentación.

Little Hugo.
El viernes pasado la banda mexicana Little Jesus, dio a conocer su nuevo álbum: Disco de Oro. Lo que me cautiva del disco y de esta banda es lo bien que han entendido la tradición del rock en México e incluso lo bien que asimilaron dos polos de esa tradición en un solo concepto que, además, propone un sonido propio.