


Mitomanía identitaria
La nueva película del cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu, Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades, abraza un principio fundamental de indeterminación y una perspectiva subjetivista del yo para exponer los eventos elementales que construyen la personal mitomanía identitaria del director.

Cuando el monstruo es el Estado
Como mera coincidencia o como un testimonio de cierto gusto personal, los textos que he escrito recientemente han reflexionado sobre monstruos de la vida real, monstruos de la ficción, crímenes reales y abogados-sofistas. Ahora, encuentro una oportunidad para articular estas ideas previas a propósito de la aclamada producción argentina-estadounidense, Argentina, 1985 del cineasta sudamericano Santiago Mitre.

El Coco
Uno de los apodos utilizados por John Carpenter para nombrar al ficcional asesino serial Michael Myers en su inauguración de la franquicia Halloween en 1978 haya sido The Bogeyman o, en español, El Coco. Michael Myers, el personaje encargado de marcar la tendencia del cine de horror y terror de las dos décadas siguientes a su aparición y el primer gran ícono del género slasher.

Visión de los perdidos
Como uno de los contenidos más vistos en Netflix desde su estreno el pasado septiembre, DAHMER – Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer se ha convertido en un polémico caso de espectacularización de la violencia, espectacularización del dolor y una expresión redonda de los aspectos positivos y negativos del género narrativo del true crime o crimen real.

Norma Jeane
Blonde, donde se encuentran la investigación documental y la pura creación literaria para recomponer y reconstruir el legado cinematográfico de uno de los mitos más preciados del “sueño americano”: Marylin Monroe.

Abogánster
Better Call Saul, uno de los poquísimos casos de una serie derivada de otra serie que es igual o mejor que su fuente de origen. Un nuevo despliegue del arrollador nivel de storytelling de Vince Gilligan y Peter Gould.
La historia de un abogánster-sofista.

True crime
El “morbo” ha cobrado especial auge en años recientes con la ayuda del cine, la televisión y los servicios de streaming; ya sea en audio con podcasts como Leyendas Legendarias o Fausto, ya sea en televisión con shows y series documentales como La Ley y el Orden: Unidad de Víctimas Especiales, El Estafador de Tinder, House of Hammer, Mindhunter, Wild Wild Country, The Vow o hasta casos menos directos pero del género como El Caso Cassez-Vallarta: una novela criminal y ejemplos locales como Canibal, indignación total. Una abundante producción de shows que constituyen esa expresión contemporánea del morbo que se engloba en el género del true crime o crimen real. Género que Only Murders in the Building readapta desde los ojos del misterio, la comedia, el drama y la parodia.

Soy tu fan: de la telenovela a la comedia romántica
Nuestras abuelas hablaban de “comedias” donde el rol de la mujer solía estar estetizado y constreñido por las ideas de pureza, belleza, perfección y sufrimiento —una relativa sumisión ante las tragedias de la vida. A nosotros, con un cambio del paradigma de narración dominante, nos toca conocer estas historias bajo el ojo de la comedia romántica serializada o filmada. Un nuevo modelo en que la confusión propia de la libertad femenina está al centro de la ecuación. Una libertad que se celebra aún en sus contradicciones y sus tragedias inherentes.

TV realidad
Colaborador y heredero de la tradición cómica-fílmica-televisiva del género del mockumentary o falso documental, con The Rehearsal o El Ensayo, el actor, productor, escritor y cómico canadiense Nathan Fielder se encarga de llevar el concepto de la “realidad televizada” a nuevos horizontes de hilaridad y de cuestionamiento sobre el modo en que una cámara influye en la manera en que elegimos presentamos ante los demás como seres humanos.

Espectador-espectáculo
En su libro Buen entretenimiento, Byung-Chul Han busca analizar y descubrir los elementos conceptuales que nos han traído a una época en la que prácticamente todas nuestras experiencias humanas son mediadas y alteradas por la espectacularización de lo real.
En una tónica similar, el más reciente trabajo del aclamado y renovador cineasta, Jordan Peele, Nope o ¡Nop! construye una simbólica representación de la obsesión contemporánea por transformar todo en un show o, en otras palabras, la impulsiva necesidad de capturar todo con una cámara. Transformándonos a nosotros mismos en el espectáculo del que se alimentan otros espectadores y desdibujando la línea entre vivir a través de una pantalla —de celular, de televisión o de cine— y genuinamente experimentar la vida.