Desde que se anunció que Warner buscaba una nueva manera de acceder a los personajes de DC y que consideraría replantearlos con intereses más cinematográficos que puramente taquilleros, uno de los primeros nombres en destacarse fue el de Martin Scorsese, quien, según se reportaba, se encontraría interesado en dirigir una de estas historias.
Es curioso que con el estreno de Joker, el nombre de Scorsese vuelva a la mente, y no por que se involucrara específicamente en este proyecto (pues participó brevemente en su desarrollo y se retiró de la producción del mismo en 2018), sino por el peso que sus obras Taxi Driver y The King of Comedy tienen como telón de fondo para esta nueva historia de Todd Phillips (a quien conocíamos por incursionar en el cine de comedia con la trilogía de ¿Qué Pasó Ayer?, Borat y Old School).
En lo técnico la película le hereda claramente a los trabajos mencionados de Scorsese, desde la música de ambientación, hasta la progresión degenerativa o generativa (según valore el espectador) de nuestro personaje, algunas tomas y líneas específicas e incluso en el humor negro (cercano a la postcomedia) que logra la película en algunos instantes.
Para quienes esperan referencias centrales sobre los cómics o sobre el pasado de este personaje según las historietas quizá la historia quede a deber. Se puede decir, salvo por un par de jugadas magistrales, que esta podría ser la historia de Arthur Fleck sin que fuera, para nada, la del Joker. Aunque, eso sí, es claro que este guión en algo debe a la famosa saga de novelas gráficas The Killing Joke, donde conocemos el camino de un Guasón pasando de una vida común y corriente, a un frustrante camino para convertirse en comediante de stand up, a convertirse en el villano que todos conocemos.
Al final, Phillips capitaliza de manera elegante y atinadísima sobre la figura del némesis de Batman pero no así sobre todo el entorno y la estética que suelen acompañar a las películas de superhéroes o supervillanos. Acá estamos en otra cosa, en una historia con raíces en lo real, en lo que podría ser; una historia que, como el propio Phillips explicó: «explora lo que tendría que pasar en el mundo real para que una persona como esta [como el Joker] se hiciera realidad».
Lo aterrador aquí es que «lo que tendría que pasar» para tener un personaje como éste en nuestro mundo no esté tan alejado de la realidad que conocemos. Y es ahí donde se luce Joaquin Phoenix, quien, con un admirable compromiso con su personaje, arriesga su físico, transforma su lenguaje corporal, funde su psicología y, materialmente, ofrece su cuerpo como vehículo del espíritu del caos que ha caracterizado al Guasón.
La estructura narrativa de la película claramente sigue la progresión de las cintas de superhéroes (sus momentos de confusión, de miedo frente a sus cualidades, de autoaceptación y eventual redención) pero acá los pone al servicio de una figura que no podrá pasar desapercibida para nadie que la conozca. Puede no gustarte, puedes encontrarle un valor, pero no serás indiferente al Joker de Joaquin Phoenix.
Como aquellas cintas taquilleras, el clímax de la película se va construyendo poco a poco. En contraste con el trabajo de Scorsese, que logra plantear la tensión de principio a fin, Phillips nos mantiene en la espera del estallido que dé inicio a todo, quizá de más para algunos, quizá lo adecuado para otros, pero eso sí, de manera efectiva. Porque en el momento en que Joker aparece en la película ya no hay vuelta atrás.
Ha sido tanta la expectativa generada por este film que quizá muchos de los espectadores se sientan decepcionados con el resultado, porque no es una película de superhéroes (o supervillanos) habitual, porque requiere de otro tipo de observación (más detallada y atenta) y porque nos expone a una reflexión y temática cruda, real y compleja para la que no existen respuestas sencillas.
Empero, para quienes logren sobreponerse a esos posibles obstáculos, la película tiene muchísimo que ofrecer como historia, a nivel actuación y como gran heredera del cine de alta calidad. Sobre todo te hará preguntarte por lo que hace héroe a un héroe o villano a un villano, planteará la cuestión por la realidad en la que vivimos e, incluso, te hará sentir auténtico displacer frente a algo tan simple como una risa.
Si está a la altura de las mejores películas del año, es discutible. Si éste es el mejor Guasón que hemos visto en el cine, también. Lo que no está a discusión es que éste es un chiste que no todos entenderán pero que será significativo, conmovedor y que confrontará a todos aquellos que lo hagan.