Para algunos puede resultar escandaloso que una historia folklórica de Latinoamérica y México sea tomada por Hollywood para vendérnosla como algo diferente, sin embargo, el uso de este tipo de recursos suele ser natural y lógico, más cuando tu éxito descansa especialmente en México.
En esta entrega del universo interconectado de El conjuro, nos encontramos con más de lo mismo, para bien y para mal. No se trata de una película que te vaya a dar pesadillas y secuelas psicológicas, pero tampoco te vas a ir sin haber dado por lo menos un salto por algún susto.
Los recursos son los mismos, puertas, oscuridad, un personaje diabólico o poseído, niños y una familia disfuncional. Con todo, resulta efectiva para ir a asustarte un ratito y reírte de ti mismo tras ser tan ingenuo.
La película muestra la historia original de «La llorona» por medio de un flashback para después desarrollarse en la casa de Anna, una mujer viuda y con dos hijos en pleno siglo XX.
La cinta es coherente con lo que ha dado el género de terror en estas versiones llenas de lugares comunes pero que, insistimos, son efectivas para palomear y brincar por un sustito o dos. También tiene las ya clásicas referencias al universo de El conjuro y con ello plantea la posibilidad de otras apariciones.
No te pierdes de nada si no vas a verla pero, al tiempo, si quieres espantarte un ratito la película resulta efectiva y nada más.