Tras nueve años de estrategias, intrigas, profecías, muertes, guerras y teorías, por fin llegó a su final Game Of Thrones y, con ello, la respuesta absoluta: quién ganó el Juego de Tronos. El resultado ha sido motivo de muchas críticas y, como se debía anticipar, ganara quien ganara, fuera cual fuera el final, habría un grupo de gente insatisfecha. El trabajo de los escritores, quizá, era lograr que fuera el menor número de gente, o bien, que aún los insatisfechos obtuvieran una cierta sensación de justicia y lógica para el resultado.
El caso de Cersei y Jaime Lannister, ha resultado un tanto irritante para los fans de la serie que esperaban un final mucho más épico de ambos personajes. Con sus personalidades férreas y siempre prontas a la acción, se esperaba algo no tan «simple» como un derrumbe que los sepultara. Se optó pues, por una imagen más romántica. Murieron juntos, tras su emotivo reencuentro. Sumando a esto, Tyrion, en camino a hablar con Daenerys, encuentra a sus hermanos sepultados bajo los escombros que dejó la destrucción de la Madre de Dragones; dejándolo como el último Lannister en una emotiva escena.
Daenerys, por su parte, exhibe sus verdaderos colores. No es sorpresa la ambición de la Targaryen, sin embargo, por algún tiempo la serie parecía haber creado la ilusión de que Dany podía encontrar un límite a su ambición, que había cosas que podrían tener mayor valor que su ansia de poder. Ahora, con la muerte de Missandei a manos de Cersei y nada para interponerse en su ambición, la reina de los Dothaki y los Inmaculados se dispone a extender su poder a todo el mundo, convirtiéndose así en toda una tirana despiadada capaz de pasar por encima de una aldea completa con tal de cobrar venganza y hacerse con el poder.
La locura de Daenerys la lleva a acusar de traición a Tyrion quien, a su vez, encuentra repobables las recientes acciones de la Targaryen. Así, el Lannister es encarclado y deja de ser Mano del Rey. Esto permite, más adelante, un encuentro entre Tyrion y Jon en el que el Lannister le hace ver al Stark que sólo él puede detener a Daenerys, a la tirana en la que se ha convertido. Le advierte que esa misma condición puede ser el mayor de los riesgos para él si Dany se da cuenta de su vulnerabilidad ante él.
En consecuencia, Jon Snow se dispone a encontrarse con Dany. Cuando ésta está a punto de cumplir su sueño, de sentarse en el tan ansiado Trono de Hierro, de convertirse en reina de los Siete Reinos; Jon irrumpe para hablar con ella y cuando Daenerys pretende convencerlo de su empresa y sus métodos, se besan y Snow le clava un cuchillo a la Targaryen. Acto seguido, Drogon llora la muerte de su madre, sólo para llevarse su cuerpo y perderse en el horizonte. No sin antes destruir el Trono de Hierro y terminar con lo que Aegon Tagaryen I había iniciado.
Tras el evento Jon es encarcelado. Tiempo después es preciso elegir un rey, así que todos los personajes importantes aún con vida se reúnen para decidir quién se hará cargo de los ahora Seis Reinos, pues Sansa pide la independencia de Winterfell, y es así como llegan a la decisión de que Bran sea rey: conoce el pasado, presente y futuro de la humanidad y no tiene ambición por el poder.
Jon es condenado a no casarse, ni tener hijos y es enviado al Muro como parte de la Guardia Noctuna, en una especie de exilio como castigo por asesinar a Dany. En la escena final, sin embargo, lo vemos con los Salvajes satisfecho por estar en el único lugar en el que siempre se sintió acogido, Sansa, por su parte, queda como reina de Winterfell y Arya se dispone a explorar el mundo desconocido más allá de Westeros. Así, los Stark gobiernan el mundo. Así termina Game Of Thrones.