Varios meses han pasado desde el primer anuncio que nos revelaba el regreso de uno de los íconos del rock y el metal a los estudios de grabación. Así, llegaron expresiones de autoconciencia y revisión personal como Under The Graveyard, cantos de un espíritu aún rebelde, Straight To Hell, y dos sólidas colaboraciones, una con los ya clásicos, Elton John, y otra con las estrellas en ascenso, Post Malone.
Así, tras meses de espera llega Ordinary Man, un vivaz y pertinente regreso de un Ozzy que, apesar de la edad y las dificultades de salud, nos revela que sigue listo para hacer música; para ser fiel a su estilo, a su propuesta y, sobre todo, a sí mismo pues, a estas alturas, ya no tiene nada que demostrar.
Si bien el nuevo álbum remite a los sonidos ya clásicos del músico en su larga carrera, aún visto con la mayor frialdad, Ozzy metal; con momentos experimentales que coquetean con tonadas y colaboraciones pop pero también con guitarras estridentes, percusiones potentes y un más que garantizado headbanging.
Sorprende especialmente una colaboración con uno de los referentes más importantes del hip hop, Travis Scott, quien permite que Ozzy combine su estilo con una cultura a la que aún sin específicamente formar parte de ella ha inspirado con su espíritu sui generis y radicalmente auténtico.