Tras pasar algunos meses complicados por la pandemia que enfrentamos y con una clara escasez de nuevos productos cinematográficos de alta calidad, Da 5 Bloods del director estadounidense Spike Lee aparece en Netflix como la promesa de una cinta de primera línea que apunta a los problemas de la realidad actual que vive la comunidad negra en los Estados Unidos.
Las opiniones han sido divididas, algunas destacando la pertinencia y lo oportuno que resulta el mensaje de esta película dadas las protestas que ha desatado el caso de George Floyd; otras reprochando y añorando un producto más acabado, más coherente narrativamente y que resulte menos confuso en su modo de reconstruir la Guerra de Vietnam y la vida de los veteranos frente a su estrés post traumático.
Con claras referencias al ejercicio hecho en la premiada BlacKkKlansman de 2018, Da 5 Bloods busca traer al contexto actual la historia de la lucha de los afroestadounidenses contra el racismo y por el respeto a sus derechos civiles desde los ojos de uno de los eventos más determinantes del contexto moderno particular de miles de afroamericanos: la Guerra de Vietnam o Guerra de Resistencia Contra América (como es llamada desde el punto de vista vietnamita).
La historia parte del regreso de cuatro veteranos de la mencionada guerra (Paul, Eddie, Otis y Melvin) al país que los viera conocerse; esto, en busca de los restos del líder moral de la pequeña hermandad que los uniera bajo el nombre de “los Bloods”. Pronto descubriremos que dicha hermandad no implica la coincidencia absoluta de las convicciones y opiniones de estos Bloods, lo que complicará el transcurso de esta incursión que incluye otro propósito paralelo.
La película resulta sorprendente en su estructura pues parecería integrar dos films en uno. La primera parte de la historia transcurre en una tranquilidad casi melancólica mientras estos veteranos se enfrentan con dolor al cruel pasado que les dejó la vida en la guerra, sólo para encontrar en el inicio de su misión el principio de una serie de eventos que van tensando su trama y dotándola de acción y entretenimiento puro. Esto, sin dejar de lado en ningún momento su horizonte discursivo.
Horizonte discursivo que, con atinado ojo crítico, Spike Lee contextualiza con recursos documentales que intercalan imágenes que no se pueden des-ver de las acciones inhumanas vividas en dicha guerra y, por supuesto, con imágenes de archivo de los principales actores de la lucha de la comunidad negra que se oponían, en aquel contexto, al uso de los afroamericanos como la carne de cañón de una guerra que les prometía libertades que hasta el día de hoy se siguen disputando.
Así, entre referencias a Muhammad Ali (Cassius Clay), Malcolm X y Martin Luther King en el lado documental de esta película, en el lado de la ficción destaca la presencia de Paul (interpretado magistralmente por Delroy Lindo). Paul representa al afroamericano que apoya a Donald Trump; figura que Lee superpone con la psicología de un afroamericano resentido socialmente, conflictuado, conflictivo y que siente que no ha recibido los honores o siquiera las garantías mínimas proporcionales a su experiencia en el campo de batalla.Un personaje en dolor constante, impulsivo, testarudo e incapaz de ceder. Que no dejará que nada ni nadie le quiten lo que cree merecer.
En lo narrativo, Paul se convierte en el factor detonante de las tensiones y suspensos que nos generará esta historia en su parte más valiosa. En lo discursivo, se convertirá en el contrapunto razonable de una vida deshecha por la guerra. Expresada en iras y frustraciones. Explotadas por una retórica política específica. Enraizada en la inestabilidad e incertidumbre que caracterizan a nuestros días.
Con el contexto que enfrenta la lucha social que viven los afrodescendientes hoy en día, la película se pregunta de manera específica ¿cuándo terminan las guerras? Y responde de una manera muy cruda pero veraz que nunca lo hacen para quienes cargan con ellas a cuestas. Para quienes vivieron sus horrores, sus terrores y viven sus remordimientos.
Sin embargo, la cinta ofrece dos modelos diferentes de enfrentarse a estos padecimientos: el de Paul y el de Otis, quien opta por no preocuparse por otra cosa que no sea generar condiciones prósperas para las generaciones futuras de afroamericanos. Ambos hombres, lamentablemente, desde una actitud consciente de su derrota. Consciente de que «el mundo mejor» que les prometieron no será para ellos. Consciente de su presencia en una guerra que les prometía una vida mejor y les dejó solamente el papel del peón de cualquier ajedrez.
En términos más abstractos, saliéndonos de la manera específica en la que estas injusticias se han perpetrado en la Historia Negra, Da 5 Bloods formula una serie de preguntas aplicables a cualquier grupo vulnerable a nivel global: ¿quiénes son los verdaderos perdedores de las guerras?, ¿quiénes terminan pagando con falta de oportunidades y de justicia social las consecuencias de los desastres humanos?, ¿quiénes se enfrentan a las amenazas del rompimiento de cualquier paz con relativa tranquilidad y quiénes no saben siquiera si verán otro día?
Como es de esperarse, la respuesta de Lee a estos planteamientos generales se sitúa en los intereses y válidas proclamas de una comunidad negra que enfrenta aún hoy un patente racismo. Se inscribe, también, dentro de la tradición de una reconstrucción del enfrentamiento internacional entre el país asiático y el país norteamericano que no ahonda plenamente en los estragos que dejó la guerra para los vietnamitas. Pero, al final, cumple su cometido. Envuelve los gritos y manifestaciones del hoy en el esclarecedor contexto del ayer. Las incertidumbres del mañana en las siempre hirientes inequidades del hoy.
Pero valdría, quizá, extender la reflexión y las preguntas del director y su sensata intención política. Valdría, quizá, preguntarnos por las amenazas a la paz que vivimos hoy. Por las tragedias que nos cuestan vidas. Y ahí, preguntarnos por quienes habrán de pagarlas, por quienes habrán de padecerlas en el futuro. Por quienes no viven ni un asomo de angustia y por quienes no viven otra cosa que desesperación y necesidad. Preguntarle a nuestro hoy ¿quién pagará los platos rotos de esta catástrofe? Y cuestionarnos si la respuesta que obtengamos no es acaso una injusticia.