No es novedad que muchas personas sienten pisoteados sus recuerdos y algo de su infancia con las nuevas adaptaciones de Disney de sus clásicos animados, para otros es un espacio de nostalgia y remembranza y para unos más es la ocasión de compartir con sus hijos o sobrinos historias y valores que moldearon en algo su vida.
En este contexto aparece Aladdin que desde sus primeros avances generó opiniones divididas, que el insistente marketing de Disney trató de revertir. Finalmente llegó el resultado y la mayoría de las críticas hablan de una película mediana. Mejor de lo esperado pero no lo suficiente y que carece de mucho del carisma de su versión animada.
Will Smith como el genio fue uno de los aspectos más polémicos de esta película desde su anuncio y, siendo objetivos, la tarea para el actor no era sencilla pues requería igualar el doblaje que hiciera Robin Williams para este personaje. Con todo, se ha señalado la actuación del también rapero como una de las mejores partes de la película pues logra aportar su característica simpatía y energía al personaje aunque el CGI de la película parece no favorecerle y, por el contrario, parece afectar el buen trabajo que hizo.
El CGI se ha criticado ampliamente, se siente inverosimil, se siente mal hecho, se siente incómodo y sólo añade una impresión forzada que rompe con la naturalidad que permite el universo animado que, al fin y al cabo, se contiene en sí mismo y se atiene a sus reglas absurdas mientras que el live-action exige otro tipo de reglas que emulen lo real y acá no se logra de manera adecuada.
Se ha dicho también que la película reproduce escena por escena a la versión original aunque, por sus diferencias técnicas, no termina por funcionar igual. El propio personaje de Aladdin parece desplazado por todo lo que sucede a su alrededor y queda muy al fondo de su propia historia, la interpretación de Mena Massoud queda opacada por los elementos a su alrededor.
El caso de la princesa Jasmín, por su parte, resalta en la película y tiene una mayor relevancia que en su versión original. Se reformula la idea de que es sólo una recompensa a ser ganada y se le da un giro mucho más hondo a sus intereses y ambiciones. Aunque aquí parece que la película queda a medias, entre empoderar al personaje y no terminar de hacerlo realmente.
Finalmente, y aquí el mayor de los problemas, el Jafar, interpretado por Marwan Kenzari, ha sido muy criticado pues queda muy al fondo de la película, plano y sin mucho carisma. Su contraparte animada era mucho más entrañable e interesante y acá el papel del vilano queda muy disminuido y es poco claro.
En conclusión, la película se queda a medias. Es una buena ocasión para reunirse y pasar un rato agradable pero no replantea ni renueva la película original y tampoco logra reproducirla u honrarla plenamente. Lo más rescatable es el genio de Will Smith y algunas carcajadas patrocinadas por la comediante Nasim Pedrad.